Que el sector primario es un sector sostenido y mantenido por dinero público no es ninguna novedad. 90% o más de las actividades del sector tendrían que cerrar al día siguiente si se cortaran las subvenciones. Debo decir antes de seguir que, si hubiera que sostener con dinero público algunos sectores, el primario, el que produce alimentos, sería uno de los candidatos ineludibles, pues hablamos de las cosas del comer y con eso no se juega. Solo que el actual formato de concesión de subvenciones conlleva una serie de problemas muy serios.
Si analizamos con un mínimo de profundidad y conocimiento el formato subvencionado del sector primario, nos damos cuenta de unas cuantas variables. El formato subvencionado generalizado está dirigido a un modelo de producción y comercialización determinado. Este modelo de producción, industrializado desde hace 40-50 años, es un modelo diseñado para hacer a los productores dependientes de éste. La compra de maquinaria, combustible, infraestructuras varias, fertilizantes, fitosanitarios, mejoras genéticas,... es ineludible en un modelo industrializado que busca maximizar la producción en base a excesos en usos de tecnología y consumos de energía que tienen como consecuencia alta contaminación, degradación de suelos y acuíferos, pérdida de ecosistemas y biodiversidad, baja calidad nutricional, pérdida de empleo y abandono del medio rural, entre otras variables.
Solo de las ayudas PAC, entre 2021 y 2027 en UE, hay un presupuesto de casi 400.000 millones de €. Solo en 2024, en España, el monto ascendió a casi 5.000 millones de €. https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/agricultura/paginas/2025/080125-pagos-pac-2024.aspx#:~:text=Pesca%20y%20Alimentaci%C3%B3n-,Los%20pagos%20de%20las%20ayudas%20directas%20de%20la%20PAC,los%203.665%20millones%20de%20euros
Con estos números, mareantes, entenderíamos que el sector primario sería un sector saneado económicamente, pero no es así. Ya no es solo que los sueldos de los pequeños agricultores sean ínfimos sino que, además, hay un problema muy serio de deuda en el sector, pues no todas las subvenciones son a fondo perdido. ¿Cómo es que con semejante inyección de dinero público nos encontremos con falta de rentabilidad y deudas en los libros contables de los productores? Es sencillo, el formato subvencionado de la PAC no es otra cosa que un trasvase de dinero público a manos privadas, pero no a las manos de los productores.
En un modelo productivo marcado por la imperiosa necesidad práctica de maquinaria, combustible, infraestructura, fertilización, fitosanitarios,... el dinero de la PAC pasa por las manos de los productores para acabar en manos de las industrias que producen todo lo descrito anteriormente. En un modelo de producción con escalas (tamaños) inmanejables por una persona, las necesidades de industrialización de la actividad son físicamente necesarias. He aquí el gran problema, la escala, el tamaño de las actividades. El modelo subvencionado PAC está diseñado para enriquecer a toda la industria agroalimentaria y lo hacen mediante la legislación europea, se necesita un tamaño mínimo de actividad para acceder a las subvenciones. Y es que las pequeñas actividades, por lo general las que mejor cumplen los criterios sostenibles, no tienen acceso a las subvenciones porque no están inmersas en el modelo de dependencia actual de la PAC, no consumen lo que la industria agroalimentaria necesita para enriquecerse, o no tanto. Me refiero, por ejemplo, a la producción hortícola de 1 Ha, que no son pocas y que se baten el cobre sin dinero público o a pequeñas actividades ganaderas en formato pastoril.
Y es que el modelo PAC está enfocado a lo macro, a la concentración de propiedad/uso de tierra, pues se cobra por supuesta gestión de superficie (supuesta) y por lo tanto lleva a muchos productores a acaparar cuanta más superficie mejor. A más superficie a trabajar mayor industrialización (con todo lo que conlleva) y menor posibilidad de acceso a nuevos productores (cero relevo generacional a no ser que heredes la actividad: infraestuctura, maquinaria, tierras, vivienda,...). Un modelo dependiente que choca frontalmente con cualquier vía hacia la soberanía alimentaria. ¿Cómo va a poder acceder un territorio a modelos de soberanía alimentaria si ni los mismos productores son soberanos en sus decisiones?
Honestamente, creo que la generación que está a punto de jubilarse y la mayoría de la mía (nacidos en las décadas 70-80), no tiene ninguna intención de cambio, a veces por imposibilidad temporal de transición, a veces porque la transición requiere de un arduo trabajo de cambio en muchos aspectos. Y lo entiendo, empatizo con ello pues el sector primario es un gran abandonado social y culturalmente hablando. Pero las personas que van entrando nuevas y que no tienen la suerte de heredar, lo que se encuentran (nos econtramos) es que solo hay dos maneras de comenzar una actividad: el modelo subvencionado que no funciona para nosotros o hipotecarte para toda una vida (modelo que tampoco funciona para nosotros).
Bien es cierto que hay maneras de hacerlo de otro modo y ya es demostrable. Sólo que necesita de mucha experiencia, de una formación homologada que no existe actualmente en España y que además necesita de una visión integral que no se oferta. Quienes somos capaces de llevar a cabo estas actividades, nos hemos tenido que formar fuera y trabajar/investigar por nuestra cuenta, sin nadie que nos sostenga. Esto, que suena duro y difícil (porque lo es), tiene grandes ventajas. Una es que nuestras investigaciones y trabajos no dependen de la financiación de ningún interés económico, ideológico o partidista y, por lo tanto, son más confiables pues buscan posibilidades y aterrizajes fuera del modelo dependiente. Otra es que, aunque la búsqueda de soberanía es dura y conlleva riesgos, abrimos hojas de ruta efectivas para las personas que quieran iniciar una actividad en el sector primario fuera del modelo dependiente o que quieran transformar su actividad.
En la parte comercial de la producción nos encontramos un sector que se ha acostumbrado a trabajar en base a intermediarios. Es lógico que sea así, si el modelo subvencionado te lleva a lo macro y a producir muchos kgs, la parte comercial en venta directa se vuelve inviable para la actividad. Cambiar este marco comercial es posible si bajamos el volumen de producción, el tamaño de la actividad. A menor producción mayor facilidad para montar un sistema comercial en venta directa. Los márgenes aumentan al eludir la cadena de intermediarios, es rentabilidad de cajón. Y no es tan difícil, de verdad. Un primer consejo para aprender a darle valor a lo que produces es darle valor a lo que uno mismo hace y la manera en que lo hace. La dignidad del sector primario no la da la industria agroalimentaria, la dignidad se encuentra en cuidar de tu tierra, de tu territorio y sus recursos, de la calidad nutricional de lo que produces y de minimizar las consecuencias de la gestión de los recursos que usas. El modelo industrial es como trabajar en una fábrica al aire libre y eso no dignifica nada, a nadie.
Retomando la falta de formación que posibilite cambios de modelo, hay que tener en cuenta un factor importante. La gran mayoría de los productores del sector primario no han pasado por ninguna formación agropecuaria de ningún tipo, partimos de esta variable. Y, además, la oferta formativa homologada, como comentábamos antes, está enfocada al modelo macro. De todas maneras, y aunque lo anterior explica muchas cosas, la petición de una subvención se puede afrontar de diversas maneras. Y hay una manera básica para conseguirlo.
Diseñar una actividad de producción alimentaria necesita de un plan que priorice variables como: disponibilidad de agua, tipo de recursos del territorio y su gestión, tipo de suelo, clima territorial, orografía, distancias en la distribución, eficiencia de cultivos/animales en esa zona determinada,... Lo primero que debe hacer quien empieza (aparte de haber adquirido mucha experiencia previa), es diseñar un plan productivo que sea rentable por sí mismo. La economía de una actividad no es solo dinero, la economía de una actividad tiene más que ver con la eficiencia de la actividad en el marco geográfico en el que se encuentra y la capacidad de las personas para desarrollar dicho trabajo. Esto hace que la actividad sea rentable, el beneficio monetario es consecuencia de esto.
A partir de aquí, de un buen diseño y planificación, en una actividad que ya arroje visos de rentabilidad por sí misma, es cuando miramos a la oferta de subvenciones. Primero trazamos nuestro plan y luego vemos qué tipo de subvenciones se adaptan a nuestras necesidades y circunstancias. Si seguimos haciéndolo al revés seguiremos siendo en exceso dependientes y no rentables. Hay que cambiar los enfoques. Sin cambio de enfoques no se dan cambios.