![]() |
Ilustración - Rosanna Morris |
Demostradísimo está que los sistemas alimentarios agroecológicos
cumplen muchas de las variables necesarias para calificarlas como sostenibles,
porque tienden a generar más energía de la que invierten, porque cuidan del
medio ambiente, porque son saludables, porque dan de comer y porque son
monetariamente rentables y económicamente pudientes. Aunque no hablaré de esto.
Cuando comencé a estudiar los sistemas de producción
alimentaria empecé como cocinero preocupado por el origen y calidad de las
materias primas y las circunstancias de los productores de los alimentos que
usábamos en la cooperativa que con otro compañero montamos en 2010. En este
caso, en otro país, nuestra apuesta fue clara: productores locales de
comunidades rurales que producían con técnicas de gestión similares a las de
sus ancestros. La única gran diferencia era que sus ancestros no necesitaban
vender sus productos pues no usaban dinero. Los actuales sí, pues tenían que
pagar por usar los recursos naturales que habían sido suyos hasta que llegó el “desarrollo
económico” a su comunidad.
Estaba en un lugar muy distinto al que ahora habito, a
10.000kms de distancia. Vivía en una ciudad bastante amable a medio camino
entre un desierto y una zona casi selvática. Las condiciones allí eran (y
siguen siendo) duras. Las diferencias culturales son enormes, otro planeta. La
corrupción campa a sus anchas, las mineras imponen sus leyes a golpe de
talonario por un lado y violencia por otro, muchas comunidades rurales viven
olvidadas y carentes de dignidad, el expolio de recursos naturales es el pan
nuestro de cada día y los asesinatos ante cualquier tipo de resistencia también.
Imposible para mí no hacer comparaciones con lo que ahora
estoy sintiendo. Esta sensación olorosa y humeante de las tendencias actuales
de nuestra sociedad hacia recortes de derechos fundamentales, corrupción desbocada,
expolio de recursos naturales por las industrias energéticas y alimentarias
globales, comunidades rurales abandonadas, violencia estatal ante cualquier
tipo de resistencia, … Hay comparaciones que son odiosas, pero si dos cosas se
pueden comparar tanto por algo será.
Intuyendo lo que viene, e intuido años ha, elegí la Agroecología
como herramienta y vía para intentar transformar (reconozco que con baja
expectativa) una pequeña parte de cada comunidad donde me ha tocado vivir. Y en
eso sigo, insistiendo.
Por esto es que no puedo estar de acuerdo con sistemas
alimentarios dependientes industrializados globales, ni con sistemas dependientes
industrializados locales, ni con sistemas dependientes ecológicos industrializados
globales, ni con sistemas dependientes industrializados ecológicos locales, ni
con sistemas dependientes ecológicos globales, ni con sistemas dependientes ecológicos
locales. ¿Mucha exigencia? Puede ser… El problema es que no veo en ninguno de
estos sistemas la aplicación de la soberanía alimentaria. Si hay algo que
caracteriza a la soberanía es que tiene una dependencia muy baja respecto a
otros modelos. La Agroecología promueve la soberanía integral. Esto no implica
aislarse ni ausentarse de la responsabilidad global, estatal, regional, local,…
pues todos compartimos territorios y recursos, y de eso se trata, de compartir,
no de robar. Y tampoco dejarse robar.
La soberanía alimentaria es fundamento básico de la
agroecología porque, fundamentalmente, es un derecho básico. A continuación
quisiera dar mi punto de vista por el cual aseguro que la soberanía alimentaria
no forma parte de ninguno de los sistemas alimentarios del párrafo anterior.
Para empezar, adjunto un enlace en el que se puede descargar
en pdf este documento titulado “Seguridad alimentaria y nutricional.
Conceptos básicos”, respaldado por FAO (Organización de las Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación), Unión Europea y Ministerio de Asuntos
Exteriores y Cooperación español.
https://www.fao.org/3/at772s/at772s.pdf
De este documento se extrae el que, en mi opinión, es el
concepto fundamental básico que debe cumplir cualquier sistema alimentario
agroecológico.
“La soberanía
alimentaria es el derecho de los pueblos, las naciones o las uniones de países
a definir sus políticas agrícolas y de alimentos, sin ningún dumping frente a países
terceros. La soberanía alimentaria organiza la producción y el consumo de
alimentos acorde con las necesidades de las comunidades locales, otorgando prioridad
a la producción para el consumo local y doméstico. Proporciona el derecho a los
pueblos a elegir lo que comen y de qué manera quieren producirlo. La soberanía
alimentaria incluye el derecho a proteger y regular la producción nacional
agropecuaria y a proteger el mercado doméstico del dumping de excedentes agrícolas
y de las importaciones a bajo precio de otros países. Reconoce así mismo los
derechos de las mujeres campesinas. La gente sin tierra, el campesinado y la pequeña
agricultura tienen que tener acceso a la tierra, el agua, las semillas y los
recursos productivos así como a un adecuado suministro de servicios públicos.
La soberanía alimentaria y la sostenibilidad deben constituirse como
prioritarias a las políticas de comercio”.
Cuando dice “derecho de los pueblos a definir sus políticas agrícolas y de alimentos” estamos hablando también de la necesidad de que los sistemas alimentarios se adapten a su territorio en todos los sentidos (climática, social y culturalmente).
Cuando dice “organiza la producción y el consumo de
alimentos acorde con las necesidades de las comunidades locales” estamos
hablando de que la producción se estipula en base a la población local, pues
solo local debe ser su comercio mayoritario.
Cuando dice “Proporciona el derecho a los pueblos a
elegir lo que comen y de qué manera quieren producirlo.” estamos hablando
del derecho que cada pueblo tiene a ser consultado y previamente informado.
Cuando dice “incluye el derecho a proteger y regular la
producción nacional agropecuaria y a proteger el mercado doméstico del dumping
de excedentes agrícolas y de las importaciones a bajo precio de otros países.”
estamos hablando de un sistema alimentario con bajo nivel de importación (y muy
regulado) que mantenga sanos y vivos los sistemas alimentarios locales de cada
estado frente a la manipulación y presiones del comercio exterior y la
globalización.
Cuando dice “Reconoce así mismo los derechos de las
mujeres campesinas.” espero que no haya nada que explicar.
Cuando dice “La gente sin tierra, el campesinado y la
pequeña agricultura tienen que tener acceso a la tierra, el agua, las semillas
y los recursos productivos así como a un adecuado suministro de servicios
públicos.” estamos hablando de los grandes problemas históricos de las
comunidades humanas: el uso y gestión de los recursos naturales. Ahora nuestros
recursos naturales se ven privatizados y, más que nunca, amenazados por la isla
energética en la que va a convertirse la península ibérica y la loca transición
hacia las renovables. La tierra, el agua, el sol, el viento, …privatizados. No
nos va a quedar nada. Vamos a ser tododependientes. ¿Y la soberanía?
No pretendo hacer un análisis profundo del texto, para eso
ya estoy escribiendo un libro al respecto. Lo que sí pretendo es atestiguar que
cuando hace falta recordar por escrito en un documento (firmado por dirigentes
de 185 países y la UE) que esta declaración se debe cumplir es,
fundamentalmente, porque no se cumple.
Me gustaría preguntar a quien haya aguantado la lectura
hasta aquí:
¿Crees que en tu comunidad, tu pueblo, tu región, tu
autonomía, tu país, se cumplen los fundamentos básicos de esta declaración sobre
soberanía alimentaria?
Y una vez respondida la pregunta anterior, ¿crees que puedes
hacer algo al respecto?
Más allá de una certificación ecológica, sin químicos de
síntesis, la Agroecología es una herramienta de transformación social que debe
tener como uno de los objetivos principales la adecuación de esta declaración
sobre soberanía alimentaria a su filosofía, con la firme intención de cumplirla,
desde su diseño hasta su implementación. Si no, desde mi punto de vista, no es
Agroecología.
Que se consiga o no, nosotros lo decidiremos y el tiempo lo
dirá.